¿Qué es el comer emocional? ¿Me pasará a mi?
Hace algún tiempo nos hemos familiarizado con la idea de que nuestras emociones influyen en nuestras decisiones alimenticias.
Parece ser que no basta con sólo cambiar los tipos de alimentos que consumimos, para muchas personas la urgencia por comer, los excesos y atracones vendrían a ser por un tema más emocional.
“Cuando esto ansiosa como mucho”
“Si estoy estresada me dan ganas de comerme el mundo”
“Cuando me siento sola tengo que comer algo que me alivie”
Estas son algunas de las frases que escucho más frecuentemente y que tienen que ver con el hambre emocional.
El tema no es la emoción que sientes, sino que tu experiencia con lo que estás sintiendo y cómo integras esas emociones.
Para muchas personas les resulta difícil sentirlas moderadamente y más aún expresarlas de una manera asertiva.
La dificultad en gestionar las emociones genera una sensación de desequilibrio interno e inconscientemente buscamos manera de restablecer ese equilibrio.
Y cuando digo restablecer, me refiero a buscar sensaciones que alivie, calme , distraiga aquello que sentimos. Es ahí cuando buscamos placer principalmente para compensar estas sensaciones.
Aquí es cuando la palabra que mencione antes, que es “inconscientemente” es clave.
Cuando no nos damos cuenta de lo que sentimos y lo que estamos necesitando, esta búsqueda de placer nos puede llevar a tomar decisiones impulsivas.
Usualmente buscamos el placer inmediato, ese golpe de dopamina que nos regale la sensación de disfrute y que nos “saca” de las sensaciones que estamos viviendo en ese momento.
No es necesario que estemos pasándolo realmente mal emocionalmente para estar en esta búsqueda de placer.
El tema es que cuando escogemos exclusiva o mayoritariamente la comida como recurso para calmar nuestras emociones o sentir derechamente más placer, puede ser una conducta que a largo plazo no sea lo óptimo para nuestro bienestar.
Entre las conductas que surgen habitualmente para regularnos emocionalmente, el comer es una de las más comunes, aunque por supuesto hay muchas más que pueden estar presente.
¿Cómo ir saliendo de esta dinámica?
Lo principal es poder ir trabajando en tus emociones. Aprender a tomar consciencia de ellas y encontrar una manera adecuada de poder transitarlas.
Aquí es clave poder aprender a gestionar tus emociones, ya que no se trata de luchar con ellas o reprimirlas, sino de darle un espacio en tu vida, comprenderlas y poder hacerte cargo de ellas y por supuesto, de tus necesidades, ya que las emociones son grandes mensajeras de necesidades que tenemos en el día a día.